jueves, junio 29, 2006

Después de veinte años

Por H. A. Murena

Para LA NACIÓN

BUENOS AIRES, 1971

No se planta en verano la misma semilla que en otoño.

Hace veinte años publiqué en estas páginas un corto escrito sobre Roberto Arlt, que era de algún modo una oración. Pedía así para los que entonces empezábamos que su espíritu nos iluminara, decía que ése era uno de los modelos que nos conmovían. A partir de ese momento, ¿cuánto se ha escrito sobre Arlt? Y hoy tal vez sea distinto lo que me resulta posible decir de él.

Veía –veíamos- en Arlt una esperanza contra esa retórica mala, por muerta, que casi siempre gana la partida de las letras argentinas. Era el imaginador atrevido que no se dejaba entontecer por la chatura de lo real, sino que lo inventaba para hacerlo existir de verdad. Si Borges tácitamente reconocía y superaba nuestra incultura radical al jugar con la erudición, Arlt hacía a su modo lo mismo al desdeñar las normas y los fines consabidos, asfixiantes: para los nuevos, que nos habíamos descubierto de improviso pobres de autenticidad, se convertía en una consigna. Y en el fondo, hay que decirlo, lo que acaso nos atraía más era que fuese rebelde hasta el nihilismo, pues, ¿qué joven que lo sea no está poseído por ese nihilismo con el que habrá de barrer el mundo para construir en él su sueño?

Otra luz alumbra hoy mi lectura de sus páginas.

Releer a Arlt. Las peripecias que inventa resultan muy a menudo forzadas, no por imposibles –en arte nada lo es-, sino porque Arlt no les presta el amor artesanal capaz de volverlas posibles. Su lenguaje, pasmosa mezcla de clisés de cronista policial, estereotipos de pésimas traducciones españolas y giros de manual de redacción de comercio, constituye un monumento al conformismo de mal gusto: escritor como es, el lector debe hacerle siempre la concesión de seguir leyéndolo, debe levantarlo a cada línea, pues a cada línea se cae. Todo ello envuelto por influencias no entendidas, no asimiladas, teñido por un sentimentalismo melodramático, agitado por ideas confusas. Arlt practica la literatura dentro de los límites del periodismo folletinista, que tan escasa relación tiene con la literatura. Pese a trabajar con tinta negra, nos devuelve de tal suerte a la tradición de la retórica mala, alimentada por lo común por escritores que usan tinta rosa.

Sin embargo, ¿qué es Arlt?

No quiero ser injusto con este hombre a quien no conocí en persona, pero que me importó tanto, aunque fuera como un mito. Y la justicia del juicio literario estricto, con su dictamen negativo, parece en cierto modo inepta, como si dejase escapar algo vivo, algo que continúa latiendo a pesar del dictamen.

Se ha comparado a Arlt con Céline. Céline es quien, en el campo de las letras de este siglo, anuncia por primera vez en la forma más dramática –Kafka lo dijo en forma más honda- la Gran Desgracia para el espíritu. El nihilismo total que Céline despliega denuncia el nihilismo total que brota en el entero mundo humano. Pero las obras en que expresa tal nihilismo –verdadera ruptura estético-estilística para comunicar la tremenda ruptura del hombre consigo mismo- están en un sentido literario plenamente logradas. Así, al romper en forma literariamente perfecta con la literatura que se ha vuelto imposible porque el hombre se tornó inhumano, Céline dice que la literatura puede recomenzar, manifiesta esa fe en el hombre como salvador de abismos que es la raíz misma de lo humano.

El caso de Arlt resulta diferente. Es él, por cierto, quien anuncia entre nosotros la Gran Desgracia. Pero ¿cómo lo anuncia? Lo anuncia con libros que quedan devorados por su mensaje, deformados para siempre en su crispación por la mala nueva de la que les tocó ser vehículo. Libros en los que la literatura fracasa, aconsejan el fin de la literatura, rompen la fe en la continuidad de la cadena de los hombres, son suicidas. Y el suicidio es el único consejo que la vida no puede dar a los vivientes.

El mensajero que anuncia la Gran Desgracia es por fuerza de naturaleza angélica: nos advierte del peligro a los malvados o insensibles que lo callamos o no lo sabemos. ¿Arlt?: un grito, un gran grito angélico que pasa. Pero el arte es la conciliación tras la ruptura, es el intento de hacer persistir al grito en forma eterna, como prueba de la superioridad del hombre respecto de la desdicha.

15 Comments:

Blogger Unknown said...

Leí apenas el artículo sobre Arlt.No había oído de él y tampoco de Murena. Me pondré a leer los otros artículos y luego te platico más. De entrada en Murena se nota una pluma clara y contundente.

Hace pedazos a Arlt, ¿lo merece? ¿lo has leído?

Crítica de su falta de amor a la artesanía literaria. ¿Es así? Sucedía muy amenudo alrededor de principios de XX, cuando lo nuevo era más importante que lo original. Pero seguiré leyendo y te platico.

jueves, junio 29, 2006 4:05:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

repuesta:
Arlt es uno de los "grandes" escritores argentinos, escribió desde el
'29 hasta el '40 aprox. Fue olvidado hasta el '55 más o menos en donde
lo rescataron unos críticos llamados del grupo "contorno" (así se
llamaba la revista que editaban). Y, efectivamente, Arlt escribe "mal".
"Mal" desde los cánones, no cuida mucho el "estilo". Pero su escritura
tiene una fuerza increíble, a mí me gusta mucho, es muy crítico. Su
novela más leída es "El juguete rabioso" y tiene obras de teatro, las más
destacadas son "Los siete locos" y "Los lanzallamas". Se lo suele
oponer a Borges, porque escribieron más o menos durante la misma época y
con estéticas muy distintas, aunque los dos tuvieron fuertes marcas de
las vanguardias históricas. El vivía de su trabajo como periodista, la
compilación de sus notas son sus "aguafuerte". Bueno, un pantalllazo.
Fijate que tal vez ese artículo de Murena no es de los más lindos.
Saludos, qué estés muy bien.

Esteban

jueves, junio 29, 2006 4:07:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

Me das otra visión de este Arlt y por supuesto, más ganas de leerlo.

Buscaré el jugete rabioso que me llamó harto la atención despúes de tus palabras.

jueves, junio 29, 2006 4:09:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

Es un muy lindo libro, es un poco duro, una crítica que incomoda a lo
que se da en llamar la clase media porteña, que en el momento que lo
escribió recién se estaba formando, con el gran movimiento inmigratorio
europeo. Trabaja sobre las dificultades de inserción social y sobre la
traición como motor de las relaciones sociales. No está escrita de una
manera muy cuidada, pero creo que tiene una validez y actualidad
sorprendente.

Esteban

jueves, junio 29, 2006 4:11:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

acabo de encontrar el juguete rabioso en e-book!
y ya lo bajé.
(empieza bien)

Mañana lo imprimo y lo engargolo para leerlo comodamente en un café.

jueves, junio 29, 2006 4:12:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

qué bueno, espero no te decepcione!

Esteban

jueves, junio 29, 2006 4:13:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

El título me recordó uos versos de Juarroz:

"Como el niño que deja caer su juguete sin un porqué.
Quiza para jugar con su lugar vacío".

Hasta donde voy me parece de sencilla elaboración, pero no mal escrito ni descuidado. Su nivel de dificultad es bajo, pero está correctamente escrito, hasta donde voy.

Lo que me cae muy bien es unos bandidos jóvenes robando libros. Eso me cae muy muy bien. Y hasta saben cuánto cuestan y cuáles son ediciones más caras.


hasta ahí voy.

jueves, junio 29, 2006 4:15:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

Sì, la escena del robo de libros es muy buena. Un crìtico dice, en relación con ese pasaje, que pone en evidencia que las bibliotecas públicas más que poner libros al alcance de todos, marcan a quienes no pueden acceder a libros de otra manera y que, en última instancia, la única forma de acceder a ellos de manera efectiva es mediante el robo. Y es piola lo que decìs, fijate que distinguen los chicos entre el valor y el precio, al libros caros que valen poco, y libros baratos (Baudelaire) que valen mucho. También fijate que al principio el protagonista puede leer folletines porque se los alquila al zapatero para el que trabaja...

Esteban

jueves, junio 29, 2006 4:16:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

Ya terminé la novela. Ahora entiendo lo que dice Murena a cerca de la falta de pulcritud en la escritura. Sobre todo descuida la puntuación y algunas repeticiones. Pero también entiendo porqué te gusta.
El motivo de su "traición" me parece lleno de reflejos y digno de reflexión profunda.
¿Porqué crees que haya "traicionado"?
¿Cuál es para ti el planteamiento de la novela?

¿me recomiendas otra novela de este autor o me voy con el siguiente de murena que me mandaste, el de Frisson?

jueves, junio 29, 2006 4:17:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

Otro crìtico dice que a partir de la traición Astier traiciona doblemente: tanto a la clase social a la que pertenece el Rengo, un lumpemproletariado podríamos decir, como a su propia clase, en tanto hace explícito que la clase media se constituye en función de la traición. Dice que la novela construye a la sociedad como una escalera de verdugos. Bueno, pero no te la hago larga.
Lamento no haber podido leer mucho más de Arlt, las dos obras de teatro que te decía -¨Los siete locos¨ y ¨Los lanzallamas¨- también son dos obras muy importantes y dicen que muy buenas, en el sentido que es buena ¨El juguete rabioso¨.

De Murena creo que los dos que más me gustaron son ¨Ser Música¨ y ¨La totalidad es lo falso¨. Aunque todos me gustaron mucho.

Esteban

jueves, junio 29, 2006 4:18:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

ese crítico debe ser de los años 70 pues hablar de la traicón a la clase social es absolutamente marxista ¿no te parece?
En cuanto al concepto de traición me custa mucho entenderlo, pues se traiciona en función de grupo, pero en realidad para Silvio era sólo una cuesti+on de sobrevivencia. ¿Cómo podría haber salido de su destino si no?

A cerca de la escalera de verdugos, ¿has leído a Carlos Castaneda? ël tiene un concepto a cerca del verdugo (él lo llama tirano) muy interesante, como nuestros maestros que nos obligan a superarnos espiritualmente.

Las obras de teatro la verdad me cuestan mucho trabajo leerlas. Tal vez cuando estemos juntos podamos leerla caracterizada. Así sí me gustaría.

Sigo entonces con el otro artículo de Murena antes de leer los más sabrosos.

jueves, junio 29, 2006 4:25:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

aprovechando el inter regreso sobre el punto de las bibliotecas. Normalmente no tuve la costumbre de leer en bibliotecas, pero lo hice. Y tuve la fortuna de convivir con hermosas bibliotecas tal como si fueran personas y las disfruté como no tienes una idea. Su olor a papel y madera, la luz tenue y el susurro. Pero sobre toda, esa especie de reverenciahacial el libro que no se siente en ninguna otra parte. Imagínate, varias personas sólo contratadas para scuidarlas.

ok, lo de no poseerlos y por eso ser de otra clase social, bueno eso como que me es un poco más ajeno. En mi pueblo ni los más ricos podía leer poque no había libros. Así que ni con todo el oro del mundo habrían tenido lo que en la única biblioteca del pueblo encontré. De echo, mi camino a las letras.

viernes, junio 30, 2006 2:33:00 a. m.  
Blogger Unknown said...

¿Traicionar por traicionar?... Probablemente. Todos los actos son potenciales en los seres humanos, ¿cuál fue en Silvio? ¿La crueldad? Puede ser. Pero yo pienso que era una inteligencia sin dirección. Un poco por el ambiente en el que habría crecido (recuerda que le prestaban revistas por un lado y por el otro, y la madre concentró los medios económicos en la hija) Se le exigía como hombre ocupar el lugar de provedor (el padre ausente) a un niño que además, tenía sed de ser.

sábado, julio 01, 2006 12:53:00 a. m.  
Blogger Unknown said...

Per-verso significa: otra versión, vertido de otra forma, o vuelta al revés.

Recuerdo un alumno que tenía cuando daba clase en la secundaria y que se quejaban la madre porque se ponía una camisa al revés. Y era un muchachito tan, pero tan inteligente y vigoroso, lo que le hice notar a la madre. ¿Entonces porque se pone la camisa al revés? me pregunto. Creí y se lo dije que era una manera de decir, "soy único, no me confundas". Está en otro plano de la lucha de clases. Tiene que ver con el íntimo retrato. ¿Qué soy para mí? la traición incluso como una manera de dislocar la realidad para verme a mi mismo único.

Supongo que eso se da mucho en personas que esperan reconocimiento social y al final, la única forma de lograrlo es alterando a esa sociedad.

lunes, julio 03, 2006 4:30:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

¡Pero, claro! Está en los dos planos, y supongo que enotros, por ejemplo, en el espiritual. No te creas, me quedó girando la imagen de Judas. Creo que me falta decir algo sobre eso. Deja lo mastico. Jiji

lunes, julio 03, 2006 8:13:00 p. m.  

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